Introducción
Mientras yo estaba en el proceso de finalizar este libro, estaba caminando con un conocido de mi época en la escuela secundaria. Él es un abogado con hijos y nietos.
Compartí con él que estaba escribiendo este libro y comenzamos a platicar acerca de la lujuria. He iniciado tales conversaciones numerosas veces. El mostró gran interés en mis opiniones acerca del tema y admitió sus inquietudes acerca de su propia inhabilidad para contener su lujuria. Cuando él veía a mujeres atractivas en situaciones como en la playa, el invariablemente las codiciaba en su corazón, aunque sabía que estaba incorrecto. Para un creyente, tales angustias de consciencia son inevitables cuando se rinda ante la lujuria.
Este libro describe como yo pude vencer este pecado y las cosas que he aprendido al hacerlo. Tal cambio solo pudo ocurrir porque fui correctamente retado a cambiar mi comportamiento.
El propósito de este libro, es entonces, retarte a obedecer completamente las enseñanzas de Jesús en esta parte tan privada, pero tan vital de tu vida. Que Dios te otorgue motivación, sabiduría y fortaleza mientras te esfuerzas para comprender Sus enseñanzas y obedecer Su Palabra.
Esta Revisión 2014
Esta revisión incluye correcciones y actualizaciones desde que fue publicada hace varios años. La portada también es nueva y representa mejor el contenido de este libro.
Los comentarios y opiniones hasta el momento han sido positivos. Si ha habido resistencia al mensaje de vencer la lujuria de la manera descrita en las páginas que siguen o desacuerdos con la forma en que los versículos Bíblicos han sido interpretados, estos no han llegado a mí.
Estoy agradecido de que este libro ha sido una herramienta útil para aquellos que buscan vencer la lujuria y para aquellos que desean ayudar a otros a alcanzar esta meta. Aprendiendo a través de la experiencia de otros es un camino cierto y comprobado hacia el éxito. Mejor es que aprendas de mis errores que cometer los tuyos!
Precaución
Urjo a todos aquellos que estén utilizando este material como guía de estudio en grupos pequeños o en discipulado uno a uno, que eviten conversaciones detalladas o graficas de pecados presentes o pasados (Efesios 5:12). Tales conversaciones solo pueden causar daño.
Confiesa tus pecados sin causar que tu hermano tropiece. Esta es la regla que yo seguí mientras escribía este libro. No hay nada nuevo debajo del sol excepto en esas áreas donde Dios está demostrando Su poder creativo o incrementando Su Reino. Pecados vergonzosos no son dignos de mencionar y no deben ocupar nuestros pensamientos y conversaciones.
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1—Nuestra Historia
Más valen dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo. Si caen, el uno levanta al otro. ¡Ay del que cae y no tiene quien lo levante! Si dos se acuestan juntos, entrarán en calor; uno solo ¿cómo va a calentarse? Uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir. ¡La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente!
Eclesiastés 4:9-12
Los Cristianos que batallan con la lujuria, normalmente se lo reservan. En efecto, el aislamiento y el egoísmo es parte del paquete. Si estás leyendo este libro como parte de un intento de batallar contra la lujuria sin compartir tus luchas con otras personas, posiblemente porque te sientes avergonzado por tu falta de dominio propio, puede que no sea el mejor enfoque.
Estoy convencido, basado en mi propia lucha y al trabajar con otros, que leer un libro o trabajar en pos de una solución sin incluir a otros, al estilo “Llanero Solitario”, no es la mejor forma de obtener la victoria sobre este terco pecado. Las siguientes historias verídicas pueden ayudarte a entender esto también.
Como Yo Busqué y Recibí Ayuda
Como los siguientes capítulos explican, inicialmente yo llegué a comprender algunas verdades básicas esenciales acerca de la lujuria luego de leer “La Batalla de Cada Hombre” (Every Man’s Battle – EMB), un libro escrito por Fred Stoeker y Stephen Arterburn que se enfoca en el tema de la lujuria desde un punto bíblico correcto. Sin embargo, yo no actué sobre lo que había aprendido inmediatamente. Fue solo después de que las cosas se pusieran progresivamente peor y me encontré en una crisis, que acudí a mi pastor, Pat Kenney.
He conocido a Pat por mucho tiempo y he servido como anciano en nuestra iglesia junto a él en varios momentos a través de los años. Pat ha demostrado éxito en el ministerio como pastor, maestro y como uno que ha sido dotado para liderar a muchos hacia la gracia salvadora. Yo atribuyo su éxito directamente a su profunda humildad. Ser humilde mientras se experimenta éxito en el ministerio no es común y es imposible fingirlo. Fue su humildad y transparencia que hizo posible para el poder ayudarme al reunirse conmigo durante varios meses.
No me sorprendió cuando Pat admitió que el estaba luchando con problemas similares cuando comenzamos nuestras sesiones. Yo me había convencido a mi mismo mucho tiempo atrás de que esto era normal— el concepto de que “todo el mundo hace esto”. Al abrir nuestros corazones mutuamente, ambos nos dimos cuenta de que nuestras situaciones no eran tan diferentes. Desde entonces se me hizo claro que los problemas con la lujuria son epidémicos dentro de la iglesia, tanto en las bancas de la iglesia como en el pulpito.
Como un pecado controlador y habitual, la lujuria no aflojara sus garras sobre nuestras vidas instantáneamente. Si fuera tan fácil, no sería un problema tan grande. En cambio, requiere tiempo, quebranto y paciencia para asegurar la libertad que nuestro Señor promete. Debe convertirse en una prioridad que nos rehusamos a minimizar. Las medidas a medias nos dejarán sintiéndonos miserables en vez de gozosamente liberados.
Pat estaba dispuesto a invertir el tiempo necesario. El estaba consistentemente disponible y estoy en deuda con el por ayudarme. Por haber atravesado esto, él también ha adquirido una comprensión más clara de la lujuria y la habilidad para vencerla. Como resultado, el ha podido ayudar a otros hombres dentro de nuestra iglesia y fuera de ella, incluyendo algunos pastores que han venido a él en crisis. Al hablar sobre este tema, el cándidamente ha admitido fracasos pasados mientras motiva a otros a procurar la victoria y a permanecer en un constante y alcanzable camino de pureza.
El tiempo que pasamos juntos sondeando nuestros corazones y buscando en las Escrituras profundizó nuestra amistad y comunión. Como indica Proverbios 27:17 “El hierro se afila con el hierro”. Luego de reunirnos semanalmente y ser responsables el uno ante el otro, estaba en mi camino hacia la victoria sobre la lujuria.
Steve
Steve y yo fuimos traídos a al punto de crisis por la lujuria alrededor del mismo tiempo. Aunque el también había sido líder en nuestra iglesia y sirvió en una variedad de funciones, nunca había tratado efectivamente con el pecado de la lujuria. El se había convertido en creyente como resultado de participar en un servicio conmemorativo que Pat Kenney había oficiado. El difunto había sido un amigo y vecino de Steve. Dios usó el mensaje de Pat para romper a través de su duro corazón—era lo que el necesitaba escuchar por mucho tiempo. Condenado por su pecado, Steve y su esposa comenzaron a visitar nuestra iglesia y recibieron a Cristo unos meses más tarde.
La lucha de Steve con la lujuria comenzó muchos años atrás cuando el desarrolló una preocupación por revistas Playboy y pornografía similar. Se convirtió en una parte casi cotidiana de su vida durante la adolescencia. En la universidad incrementó—moviéndose más hacia revistas con fantasías sexuales e historias.
Steve se casó, lo que estabilizó el problema. Sin embargo, los viejos hábitos no desaparecieron. El y su esposa tenían una relación fuerte, por lo cual esto no podía explicar por qué él se comportaba mal. Como una persona no-creyente, él ni siquiera estaba preocupado. Luego de recibir a Cristo, todo esto pausó por un tiempo, pero luego re-apareció — principalmente en su ambiente de trabajo. Esto principalmente incluyó utilizar su computadora para ver pornografía, leyendo historias de fantasías y entrando en lugares de chat por Internet cuando él pensaba que nadie podía ver lo que él estaba haciendo.
Estas pequeñas cosas se volvieron más pronunciadas y fuera de control, al convertirse en un problema monstruoso cuando afectó su habilidad de ser productivo en la manera que su negocio demandaba. Trabajando en una profesión llena de presión, Steve sintió la necesidad de escapar. Esto a menudo lo llevaba a buscar comodidad y alivio en la pornografía, pero el verdadero problema es que su pecado no había sido abordado. Su corazón no estaba bien con Dios. Luego de décadas de ser socio con un no-creyente, el problema de Steve fue expuesto en el lugar de trabajo y reconocido como una interferencia en su rendimiento. Humillado por la culpa y añorando ser libre de las tensiones y fracasos en su lugar de trabajo, el dejó el negocio que había fundado en busca de un nuevo inicio.
Hubo un horrible dolor involucrado en esta separación, desde perder un trabajo lucrativo y relaciones profesionales a la humillación de admitir a su socio, empleados, líderes de la iglesia y a su esposa lo que él estaba haciendo. Cuando Steve compartió lo que estaba ocurriendo, yo inmediatamente le ofrecí el consejo que yo consideraba correcto. Por supuesto, en ese momento yo todavía estaba en problemas. Yo tenía una idea relativamente clara de lo que debía ser hecho, pero no lo había estado haciendo. Es más fácil ofrecer consejo que seguirlo. El conocimiento había sido archivado, pero yo no había tomado la acción requerida.
La crisis de Steve se convirtió en mi crisis. Presenciar el dolor en su vida me impactó a tal punto de hacer lo que fuera necesario para vencer el mismo pecado esclavizante en mi vida. Como yo, Steve se reunió con Pat Kenney, y se comprometieron para leer juntos el libro “La Batalla de Cada Hombre”, analizando una porción del libro cada semana y rindiendo cuentas. De esto, Steve pudo obtener la victoria sobre la lujuria. Ya el no tiene nada que ver con pornografía y también ha podido asistir a varios hombres más con problemas similares. El admite sus luchas con la tentación, primordialmente imágenes mentales y memorias de lo que alguna vez lo controló. Cuando tropieza, inmediatamente lo reconoce y lo maneja para rápidamente estar en el plano correcto con Dios.
El comportamiento destructivo ha desaparecido y esas cosas que antes lo hacían tropezar constantemente ya no lo hacen, en gran parte porque hay versos de vida que le recuerdan hasta la fecha a quién le pertenece su corazón y a quién le debe absolutamente todo:
Huyan de la inmoralidad sexual. Todos los demás pecados que una persona comete quedan fuera de su cuerpo; pero el que comete inmoralidades sexuales peca contra su propio cuerpo. ¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios. (1 Corintios 6:18-20)
Dios ha tomado la derrota y la ha convertido en victoria.
Don
Yo fui inicialmente introducido a Don por Pat. Pat lo había retado durante un almuerzo preguntándole directamente acerca de sus pensamientos. Me parece interesante que esta no fue la razón por la cual Don se estaba reuniendo con Pat o que Pat estuviera específicamente indagando sobre este tema. En cambio, como se ha convertido en práctica común para mí, Pat simplemente introdujo un tema que se había convertido en el enfoque de su propia vida Cristiana—llevando todo pensamiento cautivo a la obediencia de Cristo. Haber introducido este tema intencionalmente le permitió a Don compartir acerca de sus propios fracasos y frustraciones. El había sido miembro de nuestra iglesia por algún tiempo y había venido a crisis por la lujuria que incluyó una relación inapropiada. Aunque ya había roto esta relación, todavía le perturbaba y se sentía vulnerable a volver a descarriarse.
Por un periodo de varios meses, Don y yo nos reuníamos cada semana para orar, tener comunión y motivarnos mientras leíamos el libro “La Batalla de Cada Hombre”. Siendo el que ayudaba, reforzó mi propia convicción de que esta era la manera de ayudar a los que estaban batallando con la lujuria. La necesidad de rendir cuentas y tener transparencia es más accesible en una relación uno a uno, ya que nos ayuda a abrir nuestros corazones de una forma que meramente leyendo o escuchando a alguna enseñanza simplemente no pueden hacer.
Don acredita nuestras sesiones y momentos de oración, estudio, comunión y motivación junto a otros hermanos con intereses comunes, como cosas esenciales que le ayudaron a alcanzar un tremendo cambio en su vida. Como resultado, su caminar junto al Seños ha sido fortalecido.
Mientras estaba controlado por la lujuria él se sentía avergonzado e indigno. Su deseo de servir a nuestro Señor había sido perjudicado y no tenía deseos de ser transparente con otras personas. Ahora el siente un deseo de compartir lo que ha aprendido con aquellos que están atravesando por la misma lucha. Su atadura a la lujuria ha sido rota. Junto a esto, el encontró que su deseo de intimidad con su esposa fue fortalecido. El reconoció como experiencias pasadas y fantasías habían consumido su deseo por ella y perjudicaron su relación.
Don salió de esto con una idea clara de lo que significa obtener victoria sobre la lujuria y con la determinación para hacerlo. El ha continuado ayudando a otros usando el mismo sistema. Los resultados no son garantizados. Ha habido algunos que comienzan pero luego paran al enterarse de lo que es requerido de ellos.
Confiesa tus pecados
Tú no tienes que ir muy lejos para encontrar a otros que le den la bienvenida a una conversación franca y útil acerca de la lujuria y como vencerla en sus vidas. El proceso de compartir uno a uno acerca de cómo vivir una vida justa no necesariamente o preferiblemente requiere de un pastor. Aunque Pat Kenney fue generoso al hacer esto con Steve y conmigo, en parte porque ambos teníamos relaciones de amistad de varios años con él; ni él, ni su equipo podrían hacer esto con todos los que tengan alguna necesidad.
Más bien, este tipo de interacción es lo que individuos miembros de un cuerpo de creyentes necesitan hacer los unos con los otros. “Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros, para que sean sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz.” (Santiago 5:16).
Este proceso nos permite ser honestos y a no rehuir de los temas difíciles. El Señor creó a la Iglesia para crecer como un marco de apoyo para la vida, ramas entrelazadas para que podamos recibir directamente de la Verdadera Vid y así crecer en santidad y frutos. El nos puso aquí para que podamos transmitir la verdad viva que El imparte a aquellos con quienes estamos conectados. Cuando nuestra culpabilidad o vergüenza causan que nos ocultemos y nos aislemos—así como Adán y Eva en el jardín—no podemos esperar que ocurra un cambio poderoso y efectivo. Jesús nos dio una promesa que nos motiva a hacer esto. “Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” (Mateo 18:20).
Conectando
Desafortunadamente, muchas iglesias—especialmente entre aquellas atrapadas en pecado—creen que Dios está en el negocio de la recuperación. Nuestro llamado no es recuperar, sino ser transformados. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, todas son hechas nuevas.” (2 Corintios 5:17). Esto nos lleva mucho más allá de una mera recuperación o al despojo de hábitos pecaminosos.
La transformación sucede a través de conexión. Estamos conectados a Cristo y en El, nuestra “…Cabeza. Por la acción de ésta, todo el cuerpo, sostenido y ajustado mediante las articulaciones y ligamentos, va creciendo como Dios quiere” (Colosenses 2:19). Dios no nos ha dejado aquí solos. Somos ramas pegadas a la “Verdadera Vid” —Jesús—con Dios cuidándonos como el Maestro Viñador. Cristo producirá abundante fruto a través de nosotros si nos conectamos a Él con propósito. (Juan 15). Cuando estamos abrumados por el pecado en nuestras vidas, Su intención es que regresemos a Él para ser libres y luego ministrar Su verdad y amor a otros en necesidad. Jesús le dijo a Pedro, “Pero yo he orado por ti, para que no falle tu fe. Y tú, cuando te hayas vuelto a mí, fortalece a tus hermanos.” (Lucas 22:32). Ayudamos a otros como somos ayudados.
Mis amigos y yo no somos excepcionales. El hecho de que un grupo pequeño de hombres pueda ayudarse mutuamente en la forma que he explicado, debe motivar a otros a usar un método similar. Debido a que este método de ayudar a otros y las metas que procuramos alcanzar son basados en lo que Dios ha trazado en Su Palabra, se conectan a un recurso ilimitado de poder y verdad.
Reto: Si esto hace sentido para ti, te urjo a que conectes con alguien más acerca del tema de la lujuria de tal forma que te permita ayudar y ser ayudado. “Más valen dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo.” (Eclesiastés 4:9). Dios puede usarte para ayudar a otros. Jesús nos dijo—“Den, y se les dará: se les echará en el regazo una medida llena, apretada, sacudida y desbordante. Porque con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes.” (Lucas 6:38). El principio de dar para recibir es central a compartir el amor de Dios y ministrar a otros. Quizás Dios te ha traído a este punto no sólo para ayudarte, pero para ayudar a otros también. Dios no nos ha dejado sólos. El está deseoso de ayudarnos. El suplirá tu necesidad de un amigo mientras te determinas a vencer la lujuria. Si no tienes tal amigo, haz uno. Aborda este tema con las personas que conoces. Dios te guiará a aquel amigo que estará dispuesto a ayudar o tiene una necesidad tal como tú. Juntos pueden vencer el pecado de la lujuria.
Habla del Tema
Comenzando aquí y al final de cada capítulo hay preguntas para discutir. La tenacidad de este pecado demanda que ejercitemos un esfuerzo especial y conectando con otros es la mejor manera de hacer esto. Ya que este es un tema profundamente personal, te urjo de nuevo a que busques a alguien de confianza que esté dispuesto a discutir estos temas contigo de una manera paciente, transparente y con un mutuo deseo de santidad. Tomen tiempo para confesar sus pecados y para orar el uno por el otro.
Estoy usando un borrador de este libro ya que esto es escrito mientras trabajo con otro miembro de nuestra congregación que pidió ayuda en esta área. Tú quizás desees utilizar este material de la misma manera. Hay mucha información que considerar aquí. No tengas prisa al recorrer este camino. Para facilitar el proceso, cada capítulo se ha mantenido relativamente corto y enfocado.
Para ver e imprimir los temas de discusión mencionados al final de cada capítulo en este libro, visita Overcoming-Lust.com/espanol.
Temas de Discusión:
- Si no lo has hecho, lee el prefacio escrito por Pat Kenney. ¿Hay alguna parte de su historia o de lo que escribe que te sorprende?
- Describe una ocasión cuándo hayas compartido con alguien más acerca del pecado de la lujuria en tu vida o en la de él/ellos.
- Describe por qué “dos son mejor que uno” en la batalla contra la lujuria.
- ¿Has encontrado que el concepto de “da y será dado a ti” aplica a ministrar a otros?
- ¿Puedes identificarte con cualquiera de las historias compartidas en este capítulo? Si es así, explica. ¿Cómo te dan esperanza dónde previamente pudiste haber estado desanimado?