Nota: Una versión de este artículo aparece como un capítulo en el libro Venciendo La Lujuria.
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos,
sino que en la ley del SEÑOR se deleita, y día y noche medita en ella.
Es como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto
y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera!
Salmos 1:1-3
Salmo 1—el salmo más prominente de todos—es instructivo en esto. Una cualidad que define al
“hombre dichoso” descrito en este salmo es que él “de día y de noche medita” en la Palabra de
Dios. El término “meditar” puede tener diferentes significados. Algunos pueden imaginarse un
retiro de una semana, concentrados en la Palabra de Dios sin distracciones o tomando tiempo
cada día para minuciosamente leer y estudiarla. Otros pueden creer que solo un monje viviendo
en un monasterio sería capaz de hacer lo que el salmista describe. En vez de dirigirnos a tan
excepcional actividad, yo creo que el Salmo 1 describe a uno que tiene Escrituras ocultas en su
corazón por medio de la memorización y luego utiliza todo su tiempo libre para meditar en ella.
Nuestras Mentes Ambulantes
Cuando el salmista escribió, “en Su ley medita de día y de noche,” él necesariamente tuvo que
incluir esas veces cuando nuestros pensamientos deambulan, que siempre lo hacen. De hecho,
aparentemente nuestras mentes fueron expresamente diseñadas para deambular ya que estudios
indican que treinta por ciento de nuestro tiempo se utiliza en precisamente eso. Es la poderosa
función llamada soñar despierto. Adicionalmente a soñar despierto, hay numerosos viajes
paralelos que nuestros pensamientos toman cuando tratamos de enfocarnos. También tenemos
esos enormes bloques de tiempo cuando estamos procesando pensamientos y preocupaciones
mientras dormimos. Nuestras imaginaciones perpetuamente activas insisten en reclamar y
disfrutar la libertad de desarrollarse fuera de los confines de nuestras responsabilidades, rutinas y
hasta nuestra voluntad. Una mente errante—por su naturaleza— no puede ser controlada
directamente. Es controlada por nuestros corazones.
Sorprendentemente, los científicos han demostrado que durante nuestro tiempo “neutro” de
aparentes pensamientos casuales y aleatorios es precisamente cuando el cerebro está más activo y productivo. Parte de esos estudios demuestran de forma convincente que es durante estos
tiempos cuando no estamos específicamente involucrados mentalmente que somos capaces de
explotar todas nuestras supuestas capacidades, talentos y habilidades latentes. Nuestro hombre
interior se enfoca en sus propias formas misteriosas, en problemas para poder alcanzar ideas
esquivas de alto valor, algunas veces llamadas avances creativos o momentos de “Eureka.”10
La palabra Hebrea traducida como meditar en el Salmo 1 es profundamente enunciada e incluye
mucho más energía y actividad que lo implicado en el idioma Inglés. Por ejemplo, se utiliza para
describir como un león permanece sobre su presa (Isaías 31:4) y es traducida en una variedad de
formas incluyendo rugir y gemir. Con respecto a la Palabra de Dios, su uso aquí sugiere roer,
probando, consumiendo y continua atención. El hombre dichoso del Salmo 1 utiliza toda su
energía y tiempo disponible en esta forma. Aun durante tiempos de distracción, su mente no se
desvía hacia el pecado.
Meditando, Escondiendo y Guardando
El peligro de rendir nuestra imaginación y pensamientos a la lujuria no es el problema. Puede ser que creamos que las tentaciones a las cuales nos enfrentamos son únicas e irresistibles, pero este no es el caso. Todas las tentaciones son comunes al hombre y no estamos destinados a sucumbir ante ellas. Al dejar esos pensamientos, no hay nada mejor que memorizar las Escrituras. Creo que el Salmista se refiere a la Escritura memorizada cuando escribió acerca de esconderla en nuestros corazones- “En ni corazón he guardado tus dichos para no pecar contra Ti.” (Salmo 119:11) Quien medita de esta manera es guardado de la caída. “La ley de su Dios está en su corazón; Por tanto, sus pies no resbalarán.” (Salmo 37:31)
Guardando la Palabra de Dios—una frase Bíblica familiar—presenta una idea similar a ocultar
y meditar pero conlleva un énfasis diferente. Guardar significa proteger, preservar, supervisar,
nutrir. Esta frase aparece 10 veces distintas en el libro de Apocalipsis, incluyendo justo al
principio—“Dichoso el que lee y dichosos los que escuchan las palabras de este mensaje profético y hacen caso de lo que aquí está escrito, porque el tiempo de su cumplimiento está cerca.” (Apocalipsis 1:3) Guardar la Palabra de Dios en tu corazón por medio de la memorización te permitirá meditar (consumir, roer, dedicarle atención continua) y guardar (preservar, supervisar y nutrirla) en todo momento. La habilidad de hacer estas cosas es un gran regalo y ejercitarlas es inevitablemente una práctica transformadora.
Meditar No Es Lo Mismo Que Estudiar
La meditación no debe ser confundida con meramente estudiar la Palabra de Dios. Claramente,
tal estudio es un ejercicio necesario y útil. Hecho con la motivación espiritual adecuada, nos
enseña “sana doctrina”, nos hace “sabios para salvación” y provee “instrucción en justicia” (2
Timoteo 3:15-16). Sin embargo, estudiar por si solo puede ser una actividad peligrosa e
incompleta. Después de todo, los escribas y Fariseos con quienes Jesús trató eran los menos
probables a seguirle. Esto es porque el estudio es primordialmente una actividad intelectual. Nuestro aprendizaje puede convertirse fácilmente contraproducente. Desconectados de la
obediencia, estudiar las Escrituras produce resultados negativos, como la religiosidad y el
orgullo. Como Pablo escribió, “la letra mata” (2 Corintios 3:6). Las generosas promesas del
Salmo 1 están dirigidas específicamente a aquellos que meditan sobre la Palabra de Dios, en vez
de aquellos quienes meramente la estudian.
Meditar No Es lo Mismo que Leer o Escuchar
Hay un problema similar en simplemente leer la Escritura. Para muchos de nosotros, leer la
Palabra de Dios es una parte integral de nuestra actividad devocional. Para aquellos que no
pueden leer, que es lo normal en la experiencia humana global, escuchar es equivalente a leer.
Tanto escuchar como leer requieren concentración, dedicación y energía, pero no necesariamente
producen una respuesta justa. De hecho, Jesús específicamente condenó a aquellos que escuchan,
pero se rehúsan a obedecer. Por esa razón, meramente leer a través de la Biblia de forma regular
o exponernos a las mejores enseñanzas Bíblicas no nos garantiza un resultado beneficioso.
Inevitablemente, aquellos que continúan en pecado mientras mantienen o incrementan su
conocimiento de la verdad, desarrollan hipocresía, estancamiento espiritual y corazones
endurecidos. Debemos evitar meramente leer la Palabra de Dios sin permitirle que afecte como
vivimos. Por otro lado, la meditación sobre la Palabra de Dios permea las áreas más profundas de
nuestros corazones y logra su propósito—nos cambia.
“Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve,
y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir,
y da semilla al que siembra, y pan al que come,
así será mi palabra que sale de mi boca;
no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero,
y será prosperada en aquello para que la envié.” (Isaías 55:10-11)
Meditar Sigue Al Arrepentimiento
Por ende, aunque algunos desean las promesas y beneficios encontrados en el Salmo 1 por medio de la meditación en la Palabra de Dios sin antes tornarse de sus pecados, encontrarán que esto simplemente no funcionará. Como el salmista aclara, el bienaventurado “no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;” (Salmos 1:1) Tornarse del pecado hace que la meditación sea posible y efectiva. Para aquellos de nosotros cuyas vidas no son dominadas por el pecado, tornarse del pecado inevitable que entra en nuestras vidas sucede. La plegaria por perdón surge consistentemente de nuestros labios, aun como Jesús nos enseñó a orar, “Perdónanos nuestras deudas” (Mateo 6:12). No permitimos que el pecado more en nosotros, ni nos dejamos atrapar por él.
El pecado habitual, que domina la vida y habita en nosotros, no debe esclavizar a los Cristianos; elegir sumergirse profundamente en la Palabra de Dios es una parte vital de la libertad. Sin embargo, tal inmersión no ejerce poder en la vida de alguien que no quiere o que infructuosamente crucifica su carne ni dedica sus miembros (facultades) a la rectitud, como Pablo claramente enseña en Romanos 6-8. Meramente parchar meditación con propósito—o cualquier otra disciplina espiritual—en una vida angustiada de esta forma no será efectivo. Es como tomar agua pura de un vaso mientras tomamos veneno mortal de otro vaso. Así eran mi propio pasado y mi pasmado caminar Cristiano.
Bienaventurado el hombre que no lo hace. El hombre bendito automáticamente resiste el pecado en sus miembros y todos los que están luchando actualmente pero trabajando activamente para vencer la lujuria deben mirar expectantemente a ese tiempo cuando él ha sido liberado y observa en sí mismo una respuesta negativa inmediata hacia este pecado.
Una vez leí el testimonio de un hombre que afirmó haber obtenido una especie de victoria sobre su uso de pornografía y el pecado relacionado. Sin embargo, una vez allí, el aburrimiento se estableció. Estaba descontento. En lugar de usar su energía para conectarse completamente con Dios y buscar Sus caminos, regresó al pecado. Hace un tiempo asistí a un taller que buscaba ayudar a los hombres que luchan contra la lujuria. Otro asistente estaba allí porque se veía a sí mismo como un adicto al sexo. Él ya había estado lidiando con la adicción al alcohol por medio de un programa de 12 pasos. Creyendo que su problema de alcohol estaba bajo control, había sido arrastrado a un nuevo pecado y estaba en el taller para obtener ayuda similar.
La victoria sobre el pecado no involucra solamente dejar el mal comportamiento. Cuando nos despojamos de las vestiduras viejas, debemos ponernos las vestiduras nuevas. Nos sumergimos en la pura Palabra de Dios para que nuestras meditaciones complazcan a Dios. En vez de desviarnos hacia otro pecado, la verdadera victoria proviene cuando estamos empleando nuestras capacidades libres como esclavos de la justicia. Demostramos esto con amor y meditación continua sobre las cosas que deben ser deseadas más “que el oro, y más que mucho oro afinado; Y dulces más que miel, y que la que destila del panal.” (Salmo 19)
Moisés y Josué
La memorización fue primeramente descrita por y comandada por medio de Moisés. “Grabad, pues, estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma; atadlas como una señal a vuestra mano, y serán por insignias entre vuestros ojos. Y enseñadlas a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.” (Deuteronomio 11:18-19) Josué combinó esta idea con enseñanzas relacionadas de Moisés en una forma que indudablemente luego se convirtieron en el fundamento para el Salmo 1. “Este libro de la ley no se apartará de tu boca, sino que meditarás en él día y noche, para que cuides de hacer todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino y tendrás éxito.” (Josué 1:8) Evidencia de memorización exhaustiva e intensa de las Escrituras se observa en los sermones extemporáneos que Esteban y Pedro ofrecieron en Hechos. Están llenos de citas Bíblicas que el Espíritu Santo inyectó en sus mensajes. Cuando memorizamos Escrituras, ejercemos una concentración y esfuerzo que ocupa completamente nuestra energía y mente. Nos permite meditar en la Palabra en la manera descrita por Moisés. Al memorizar la Palabra de Dios y meditar en ella, estamos implantando gran poder espiritual profundamente en nuestras vidas—directamente en nuestros corazones. Una vez allí, está a la disposición del Creador del universo, el Autor de la Palabra de vida. En nuestros corazones, la Palabra viva—guiada por el Espíritu Santo—puede hacer su trabajo de limpieza y fortalecimiento.
Meditando Como Forma de Oración
Al meditar de esta manera, adquiere las características de la oración. Estas no son palabras comunes que estoy digiriendo. Tampoco son palabras mágicas. Son, más bien, palabras sobrenaturales de Aquel que se identificó a sí mismo como la Palabra. Hace más de mil años, el uso de la Escritura como oración se practicaba como una disciplina estructurada, llamada Lectio Divina, por los monjes Benedictinos. No he intentado dominar esta técnica, pero los principios subyacentes son valiosos y comprobados. Recitar la Palabra de Dios informa nuestras oraciones y conforma nuestro vocabulario y corazones a Sus pensamientos. Es Su forma de comunicarse con nosotros, incluso cuando nuestras oraciones débiles llegan a Él. No sabemos por lo que debemos orar.
Cuando estaba escribiendo esto por primera vez, había completado el proyecto de memorizar Romanos 8 por primera vez. Tomó varias semanas hacer esto. Incluso entonces, sabía por experiencia que no permanecería. Más bien, necesitaría revisarlo y roerlo como el león mencionado anteriormente. Solo con el tiempo se volverá completamente impreso en mi mente como otros pasajes ya lo han sido. Cuando deseo aprender un nuevo pasaje, siempre llevo una copia impresa en mi bolsillo. Me encuentro trabajando en ello con la mayor frecuencia posible, ya sea en mi caminadora, en la ducha, antes de dormir, conduciendo o despertando en el medio de la noche, constantemente. El proceso inicial y el esfuerzo continuo invertido en este pasaje son increíblemente valiosos. ¿Estoy obsesionado mientras hago esto? Podrías decir eso, pero no creo que esta obsesión sea anormal. Creo que este es el tipo de actividad que Moisés y Josué exigieron y que el salmista se refería cuando escribió, su deleite está en la ley de Jehová, y en su ley medita de día y de noche. Al luchar de esta manera con las Escrituras, descubrí que es más dulce que la miel y poderosamente adictiva a medida que convierte el alma. (Salmo 19)
Todo Tu Corazón, Alma y Mente
Cuando Jesús identificó el primero de todos los mandamientos, dejó en claro que “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas” (Marcos 12:29). No hay consenso sobre cómo distinguir lo que significa el corazón, el alma o la mente en este y otros pasajes. Sin embargo, estos no todos se refieren a lo mismo. Considera la siguiente explicación. El corazón puede verse como el pozo profundo de nuestro ser, la parte sobre la cual tenemos el menor control. En el hombre no regenerado, el corazón es perverso y engañoso en formas que nadie puede comprender (Jeremías 17: 9). La mente, por otro lado, podría verse como el razonamiento y la parte más controlable de nuestras vidas internas. Entre estos dos está nuestra alma, en la que nuestros corazones y mentes están integrados. A veces, le decimos a nuestra alma, aparentemente mediante el uso de nuestras mentes, cómo actuar: “Bendice, alma mía, al Señor, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides ninguno de sus beneficios.” (Salmo 103: 1). De manera similar, pero de una manera mucho más sutil y poderosa, el corazón también tiene un efecto sobre el alma: “mi corazón también me instruye en las estaciones de la noche” (Salmo 16: 7). Jesús reveló que es “del corazón” que vienen nuestros pecados (Mateo 15:19). “Yo, Jehová, escudriño el corazón, pruebo la mente” (Jeremías 17:10).
Reto: Con toda diligencia guarda tu corazón, porque de él brotan los manantiales de la vida. (Proverbios 4:23)
Cuando memorizamos las Escrituras, comienza con la mente, claro. Tomamos tiempo y con propósito nos enfocamos en una tarea que requiere disciplina y puede ser ardua. Sin embargo, este proceso es necesario para permitir la meditación en la Palabra de Dios y la impregna profundamente en nuestros corazones. Es en el corazón donde las Escrituras realizan su labor más efectiva. “en mi corazón meditaré; y mi espíritu inquiere.” (Salmos 77:6). La Palabra es tan poderosa y verdadera que hecha fuera y elimina los dañinos y falsos argumentos, información, imágenes y hasta nuestras más profundas motivaciones, las cuales de otra manera podrían asumir poder en nuestras vidas. Es cuando nuestras mentes divagan mientras estamos soñando despiertos o durmiendo, sin las restricciones de la camisa de fuerzas de nuestros pensamientos racionales, que somos más dirigidos por nuestros corazones. Es entonces que nuestras imaginaciones, sueños, pensamientos recurrentes y obsesiones se revelan. Aquí es donde realmente vivimos. Un corazón saludable que ha sido lleno y nutrido con la Palabra de Dios, plenamente habitada por Su Espíritu, se convierte en el director dominante de nuestras almas renovando nuestras mentes.
“Pon tu delicia en el SEÑOR, y El te dará las peticiones de tu corazón.” (Salmos 37:4) Aquello en lo que nos deleitamos llena nuestros corazones. Si el objeto de nuestro deleite es la lujuria, nada bueno puede salir de ello. Sin embargo, si el objeto de nuestro deleite es el Señor y Su Palabra, El en cambio nos dará y nos enriquecerá con aquello que es nuestro deleite.
La Forma En Que Nuestras Mentes Funcionan
Sorprendentemente, los científicos han demostrado que nuestro tiempo “inactivo” de pensamiento aparentemente aleatorio y no analítico es el momento en que el cerebro está más ocupado y es más productivo. Parte de esa investigación ha demostrado convincentemente que es durante estos tiempos en los que no estamos específicamente comprometidos mentalmente, que somos capaces de aprovechar todas nuestras diversas capacidades supuestamente no explotadas y capacidades latentes. Nuestros corazones se vuelven completamente centrados en sus misteriosas formas de resolver problemas difíciles de alcanzar, muy apreciados, a veces llamados saltos creativos o momentos “aha”. Las instancias de dicha percepción generan una intensa y única actividad eléctrica en todas las partes de nuestro tejido cerebral que reflejan o preceden a nuestra propia conciencia cognitiva de que ha ocurrido. De hecho, el enfoque de esta investigación es un intento de descubrir cómo y cuándo producimos tales productos creativos e involucra unir sensores a aquellos que están usando varias técnicas para resolver problemas. Es el afán de las empresas por aumentar la creatividad lo que impulsa dicha investigación.
David también reconoció el valor de una perspectiva fresca cuando escribió, “Bendeciré al Señor que me aconseja; en verdad, en las noches mi corazón me instruye.” (Salmo 16:7) Al igual que él, debemos esperar recibir consejo e instrucción del Espíritu de Dios que mora en nuestro interior. También debemos anticipar que nuestros corazones instruirán nuestros pensamientos conscientes y el resto de nuestras vidas a medida que nos alineamos y saturamos apropiadamente en la Palabra de Dios. Por lo tanto, libera nuestras capacidades y nos abre a cosas emocionantes que de otro modo no estarían disponibles. Este proceso de descubrimiento es intensamente satisfactorio. Es lo que restaura el alma. El amor constante del Señor nunca cesa; sus misericordias nunca llegan a su fin; Son nuevos cada mañana. (Lamentaciones 3: 22-23)
En nuestra época, hemos decidido saturar gran parte de nuestro tiempo de inactividad con papilla pasivamente provista y completamente digerida. Esto incluye televisión, radio y otras formas de medios. Incluso después de desconectarnos de estos, todavía estamos a merced de su influencia, ya que nuestras mentes se han llenado de imágenes y sonidos que repercuten mucho después de que nos hayamos sometido a ellos. Incluso aquellos que escuchan exclusivamente la música Cristiana y la enseñanza pueden estar perdiendo lo que Dios quiere que descubran.
Necesitamos traer esta parte de nuestro ser, que la Biblia llama nuestro corazón, bajo la influencia de nuestro Dios y Creador. Nos engañamos a nosotros mismos si pensamos que esto se solucionará de alguna manera. Inevitablemente, abandonados a nuestros propios recursos, nuestras meditaciones vagarán por pecados como la preocupación, la amargura, la lujuria o la codicia. Cuando transformamos esta poderosa capacidad en uno de esos pecados, nos convertimos en esclavos de ese pecado. La única libertad verdadera de tal esclavitud interna es a través de la acción liberadora de convertirse en esclavo de Dios y de la rectitud. Ser libre en un sentido abstracto no es una opción. Veremos cómo el apóstol Pablo explica esto más adelante.
Debido a esto, tenemos la responsabilidad de hacer que nuestras meditaciones internas predeterminadas se centren en las cosas de arriba, no en las cosas de la tierra. Algunos pueden argumentar que este consejo no es razonable y que no tenemos más remedio que hacer hincapié en una variedad de elementos aparentemente más importantes, como nuestra salud, negocios, deportes, familia o política. Otros ven que no hay escapatoria de permanecer constantemente en pensamientos pecaminosos, distraídos o desorganizados. Sin embargo, solo del que sumerge su mente en la Palabra de Dios se dice que todo lo que haga prosperará. Como Jesús enseñó, “aquel que pierde su vida la encontrará”. Mantener nuestro enfoque interno en los pensamientos piadosos tal como se nos proporciona en forma de Escritura es la manera de tener éxito en cualquier otra parte de la vida. La confusión sobre este tema proviene de un rechazo a aceptar que todo lo que está en nosotros, nuestros corazones, mentes y almas, fue diseñado específicamente para ser atraído profunda y principalmente por nuestro gran Dios. Es triste que incluso entre aquellos que afirman conocer a Dios, hay tantos que eligen no usar su precioso tiempo limitado de esta manera.
La Biblia describe este proceso como llevar nuestros pensamientos en cautiverio a la obediencia de Cristo. Nuestras vidas están dirigidas por la música interior a la que bailamos. La mejor música para este propósito es la Escritura. Si imprimimos la Escritura en nuestros pensamientos y la convertimos en nuestra constante meditación predeterminada, entonces viviremos en el Espíritu y permaneceremos en Cristo. En Juan 15, Jesús usa una imagen similar a la del árbol que se encuentra en el Salmo 1. Él enseñó que cuando permanecemos en Él y Su palabra permanece en nosotros, nos convertimos en ramas vivas sacando nuestro sustento de él.
La Importancia de la Transformación Interna
Jesús dirigió su enseñanza hacia los movimientos internos de la mente y nuestros pensamientos. Él nos enseñó a no desear, no preocuparse, no ser codiciosos, ser humildes, amar a los demás, perdonar y perseguir la rectitud. La obediencia en todas estas áreas no se logra mediante la acción exterior. Requiere acción del corazón. No hay otra manera de conformarse a Su voluntad que estar interna y activamente considerando y aplicando las verdades que Él ha puesto ante nosotros. La Escritura es exactamente adecuada para proporcionar alimento a nuestras vidas internas para que podamos lograr estos resultados. Nada más es comparable.
Es por esto que David pudo escribir en el Salmo 19: La ley del Señor es perfecta, que restaura el alma;
el testimonio del Señor es seguro, que hace sabio al sencillo. Los preceptos del Señor son rectos, que alegran el corazón; el mandamiento del Señor es puro, que alumbra los ojos. Comprometernos a memorizar la Palabra de Dios nos ayuda a proteger nuestros corazones de pensamientos reflexivos, ideas e imágenes que son dañinas y se oponen a la verdad y la rectitud. Hace tiempo que hemos pasado el punto en el que podemos esperar que nuestros guardianes culturales nos protejan de las cosas malas. Como resultado, no tenemos más remedio que renunciar al entretenimiento popular e incluso a las noticias populares, que en su mayoría están destinadas a generar participación de mercado en lugar de informarnos. Al volvernos y mantener nuestro enfoque en las verdades en la Palabra de Dios, estamos invitando a una comunión total con Dios. Nos convertimos en árboles que están firmemente plantados junto a los ríos de agua para que no tengamos miedo a marchitarnos ni a que no funcionen.
Meditar en La Palabra De Dios es el Mejor Uso de Nuestros Pensamientos
Entendiendo esto, debemos dirigir diligentemente nuestros pensamientos para que sean agradables a Dios y funcionen como fueron diseñados para hacer. Sean gratas las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Señor, roca mía y redentor mío. (Salmo 19:14) Fue con este propósito que Dios diseñó nuestros pensamientos increíblemente complejos y activos. Debemos usar estas habilidades para crear, colaborar, imaginar y comprender. Tales funciones están totalmente comprometidas cuando meditamos en Su Palabra y las llenamos con Su presencia. Solo nuestra vida interior y las facultades del corazón sobrevivirán a nuestros cuerpos actuales. Si nos encontramos viejos o discapacitados, podemos esperar y orar para que nuestras mentes aún estén funcionando y almacenadas por completo con la Palabra de Dios. Nuestro objetivo debe ser estar llenos de toda la plenitud de Dios (Efesios 3:19) y siempre listos para ese momento en el que arrojaremos estos frágiles marcos mortales.
También sabemos que nuestras vidas internas son intensamente privadas para que nadie más que Dios sepa lo que estamos pensando en cualquier momento. Solo Él escudriña nuestros corazones. “…para que lo examines cada mañana, y a cada momento lo pongas a prueba? (Job 7:18). Tiene un gran interés en la vida interior de aquellos que son Sus hijos. En un sentido muy misterioso, Dios diseñó el funcionamiento interno de nuestra razón, emociones e imaginación para que puedan funcionar de una manera en la que Él está deseoso de participar. Nunca deberíamos avergonzarnos de tener nuestras vidas internas transparentemente abiertas para Él o para nadie. Esto se hace al diligentemente llevar nuestros corazones a una comunión íntima con Él y al meditar en la Palabra que Él ha provisto para este propósito. Como cuestión práctica, entonces, debemos estar seguros de no usar nuestros pensamientos para propósitos pecaminosos.
Reto: Solo en Cristo se puede lograr la intimidad con Dios. A menos que Él te haya liberado, permanecerás al alcance del pecado sin esperanza de liberación. Sin embargo, habiendo sido liberado, debes matar tus malos hábitos y no volver a caer en la esclavitud. Los pensamientos pecaminosos fugaces son una forma segura de caer en una esclavitud que puede parecer ineludible. Es al presentar tus miembros, especialmente tus pensamientos, como esclavos de la justicia que esto ocurre. Memorizar y meditar en las Escrituras es un medio principal para este fin.
Mejorar La Memoria Ahora Es Una Industria En Crecimiento
Toda una industria ha surgido en los últimos años para ayudar a aquellos que envejecen, principalmente a los baby boomers (nacidos entre 1945-1964), con la promesa de mejorar las habilidades de memoria. Esto se basa en la observación y la creencia de que la capacidad de uno para memorizar puede mejorarse. A lo largo de esa línea, algunos toman ejercicios sin sentido, incluido el juego de Sodoku únicamente para este propósito. Incluso se realizan competencias para determinar quién tiene la mejor memoria. Estos implican la memorización de cosas inútiles al azar, como las secuencias en una baraja barajada.
Los Cristianos debemos asumir el desafío de memorizar las Escrituras, no principalmente porque al hacerlo mejorará nuestras funciones mentales, sino porque injerta un nuevo poder de vida en nuestras vidas. La Palabra del Señor se llama la espada del Espíritu y es usada por Él para golpear el pecado corruptor de nuestras vidas. Puede hacerlo porque es viva y eficaz, más aguda que cualquier espada de dos filos. El impacto de implantar este agente vivo en nuestras vidas internas es incalculable y continuamente beneficioso.
Elegir Una Versión de La Biblia
En el proceso de memorizar las Escrituras es importante elegir una versión adecuada de la Biblia. Hoy en día existen muchas opciones para escoger. Estas versiones de las Escrituras han sido desarrolladas con la intención de proveer al lector una versión más familiar y fácil de comprender, pero en algunos casos, el intento de convertir las Escrituras en algo más relevante a la sociedad actual puede resultar en alteraciones al contexto y este es un resultado no deseable.
Con el propósito de recomendar una opción de la Biblia práctica, fidedigna y leal a las Escrituras originales, sugerimos dos opciones para ayudarte en tu selección. Estas versiones son las siguientes:
Reina-Valera 1960 (Traducida en Castellano clásico, es una versión muy popular en las iglesias de habla Hispana de todo el mundo.)
La Biblia de Las Américas (Traducida directamente de los idiomas originales de las Escrituras – Hebreo, Arameo y Griego – y presentada en un Español contemporáneo. Esta versión es comparable a la versión “New King James Version” en Inglés.)
Para asistirte en el proceso de memorización, en ocasiones puede ser conveniente hacer uso de tarjetas con versículos impresos o inclusive, cantar los versículos en voz alta.
Comenzando a Memorizar Las Escrituras
He aquí como yo comencé en esto. Cuando comencé a efectivamente luchar contra la lujuria, encontré que mis imaginaciones y pensamientos internos eran notablemente infructuosos. Yo estaba eliminando el contenido pecaminoso pero no lo estaba reemplazando con suficiente de aquello que es espiritual. Alrededor de este tiempo, también invertí en una audio Biblia en MP3—GoBible® que puede pararse en cada verso—y comencé a escuchar las Escrituras mientras hacía mis ejercicios de rutina en la caminadora.
Al escuchar toda la Biblia, me decepcioné por sentir que no estaba recibiendo todo lo que esperaba de ello. Mi experiencia fue equivalente a los varios programas para leer a través de la Biblia que había seguido intermitentemente desde que encontré un programa de estos en un Nuevo Testamento—mi primera Biblia—cuando cursaba el quinto grado. Las palabras parecían atravesarme. Mi mente divagaba. Continuaba estando decepcionado en mi vida de oración también. Mis oraciones eran repetitivas y carecían de enfoque apropiado, intensidad y poder.
Me torné a la memorización de las Escrituras en parte leyendo los trabajos de Dallas Willard—el recomienda esta disciplina enfáticamente—aunque no tengo buena memoria. Tengo problemas recordando nombres y números telefónicos. Como resultado, la cantidad de Palabra que yo me había enfocado en memorizar era patéticamente pequeña. En retrospectiva, puede ver que esto era mayormente una excusa. Si lo hubiese hecho una prioridad, hubiese ocurrido.
Utilicé mi tocador MP3 para ayudar con esto, escogiendo Filipenses 4:4-9 como el primer pasaje a memorizar. Incluido en este pasaje hay enseñanza que proveyó motivación adicional.
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad.” (Filipenses 4:8)
Este verso habla alto y claro a cualquiera que esté limpiando su mente de pensamientos sexualmente saturados. Yo comencé escuchando estos versículos una y otra vez. Luego laboriosamente memoricé cada versículo rebobinando y tocando el audio hasta que mi recolección fue igual a lo que escuchaba palabra por palabra. Para mi sorpresa esto funcionó extremadamente bien. Escuchar el ritmo de las palabras y el patrón de las oraciones me ayudó a memorizar este pasaje y a mantenerlo allí.
Habiendo descubierto esta nueva habilidad, me propuse una meta de memorizar otros pasajes y eventualmente seleccionar una parte favorita—grande o pequeña—de casi cada libro del Nuevo Testamento. Definiendo cuales versículos memorizar fue un gran ejercicio de por sí. Desde entonces he completado este proyecto y me he enfocado en los Salmos y otros pasajes, cautelosamente seleccionando aquellos en los cuales deseo pasar más tiempo.
Obvio, esto no es extraordinario. Muchos han memorizado mucho más de lo que yo pueda esperar porque lo han hecho por más tiempo y tienen mejores aptitudes. Por ejemplo, cuando Billy Graham y Grady Wilson se preparaban para su ministerio, ambos memorizaron el Evangelio de Juan completo, permitiéndoles recitarlo el uno al otro, desde cualquier partida en el texto. Un amigo en Colorado es parte de una iglesia donde el pastor ha memorizado la Biblia entera, extensivamente recitándola durante sus sermones. El también es capaz de recitarla desde cualquier punto de partida en el texto.
A estas alturas, ya no uso mucho el MP3. Yo simplemente ataco un nuevo pasaje y trabajo en el hasta que se ha agregado a mi bóveda mental. Luego de que un pasaje o dos se ha añadido, comienzo a repasar aquellos que han sido agregados anteriormente. Al escribir esto, el numero de pasajes memorizados equivale a alrededor de sesenta. Yo mantengo estos en un documento de computadora imprimible en cualquier momento. Una versión actual está disponible en un blog. Mi ritmo de agregar pasajes a esta lista ha reducido mientras dedico mayor cantidad de tiempo revisando y meditando en aquellos en los cuales he trabajado previamente.
Aquí puedes encontrar una lista actual de algunos de los versículos que he memorizado.
Mi rutina actual es enfocarme en un solo pasaje cada mañana y hacer de él mi meditación del día, trayéndolo a memoria cada vez que sea posible durante las próximas veinticuatro horas. Puedo recitar muy pocos de estos en “frio”, pero cada pasaje viene rápidamente cuando los repaso. Al seguir esta práctica puedo felizmente identificarme con aquel para quien “en la ley del SEÑOR está su deleite,” meditando en ella de “día y de noche” (Salmos 1:2).
¿Qué Memorizar?
Hay muchas formas de seleccionar que versículos memorizar y, afortunadamente, ¡no hay malas elecciones! “Toda Escritura es inspirada por Dios” (2 Timoteo 3:16). Soy atraído por versículos y pasajes que hablan directamente a mi corazón. Puede que estos no sean los mismos que te hablen a ti. También me he propuesto aprender versículos en contexto, para que incluya el pensamiento completo encontrado en un pasaje. Algunos de estos pasajes han sido familiares para mí por mucho tiempo sin haber sido plenamente impregnados en mi mente. Por ejemplo, Gálatas 5:22-23 lista los atributos del fruto del Espíritu. Aunque siempre he podido nombrar algunos de estos, no puedo recordar todos de memoria. Ahora, regularmente medito sobre estos versículos junto a los versículos que siguen en orden para absorber el pensamiento completo de Pablo.
Cuando aprendemos un versículo favorito en contexto, nos topamos con una situación similar a cuando compramos un CD de música. En algún tiempo atrás—créalo o no—la única forma de obtener una canción de un artista era comprando el álbum elepé (larga duración) completo. Cuando yo era más joven, tales compras venían en la forma de “8 tracks” o elepés de vinyl y significaba una inversión considerable. Eventualmente yo me familiarizaba con todas las canciones del álbum y encontraba que me gustaban algunas más que las que originalmente me motivaron a comprar el álbum. Al tomar la determinación de aprender pasajes más largos, invitamos a Dios a impartir verdades que de otra forma estaríamos expuestos a pasar por alto.
El Efecto en Mi Vida
El efecto que memorizar y meditar en las Escrituras ha causado en mi vida ha sido profundo. Como muchos hombres de mi edad, mis noches incluyen períodos de estar despierto. En el pasado, este tiempo era mal-gastado o mal-utilizado. Una mente que no es propiamente dirigida es una que es fácilmente distraída y propensa a pecar. Debemos permanecer constantemente en guardia contra la ansiedad, la lujuria y otros pecados. Durante períodos de estar despierto por la noche, yo ahora medito sobre el versículo en el cual estuve meditando el día anterior. Recitar y meditar en estas Escrituras es vigorizante y fundamentalmente transformacional durante esos momentos al igual que durante otros momentos del día.
Comprometer grandes bloques de tiempo a la memorización de las Escrituras puede ser especialmente valioso. Por ejemplo, unos cuantos años atrás, durante un viaje de cinco horas para visitar a un cliente, me propuse memorizar 1 Corintios 13. Con la ayuda de mi confiable GoBible®, logré mi propósito para cuando había completado mi viaje ida y vuelta. Luego de haberlo practicado desde aquel entonces, el gran “capítulo del amor” está ahora impregnado en mi corazón de tal forma que mi recolección se está convirtiendo en automática y precisa.
Si deseas más motivación con respecto a la memorización, te recomiendo el libro “Scripture by Heart” (Escrituras de Corazón), escrito por el Pastor Joshua Choonmin Kang. Entre aquellos que componen su prominente iglesia Koreana de Los Ángeles, la memorización de las Escrituras es una disciplina central. El sugiere que dediquemos 30 minutos al día para esta práctica. Esto suena correcto para mí en términos de un esfuerzo concentrado, pero cuando incluyo todas las veces que mi mente se remonta a un pasaje durante un período de veinticuatro horas, mi tiempo total dedicado a la meditación de la Palabra es mucho mayor. Las Escrituras resuenan dentro de mí e informan a mis pensamientos durante el día y hacia la noche. Las meditaciones internas del corazón son complejas, pero completamente diseñadas y capacitadas por nuestro Señor para llevar a cabo Sus propósitos.
Haber hecho de esto mi práctica, ahora puedo identificarme plenamente con las instrucciones de Moisés y Josué. Comprendo el amor y devoción por la Palabra expresada en pasajes como la segunda mitad del Salmo 19 y todo el Salmo 119. Además, cada vez me gustan menos el entretenimiento popular y las “noticias” de la mayoría de recursos de información. Como con otros ejercicios, he encontrado que memorizar la Palabra y meditar en ella es algo que se hace cada vez más fácil con la práctica y se hace cada vez más satisfactoria.
Reto: Puede ser que Dios te ha dado—y a todos Sus hijos—una capacidad especializada para impregnar las palabras de Dios en tu corazón. Te motivo a que identifiques una forma para memorizar y meditar en Su Palabra que funcione mejor para ti. Como enseña el Salmo 1, si te comprometes a continuamente meditar en la Palabra de Dios, experimentarás el éxito en todo lo que hagas, incluso en tu lucha contra la lujuria.
[i] A Wandering Mind Heads Straight Toward Insight, by Robert Lee Holtz, Wall Street Journal, (Dow Jones & company) June 19, 2009, page A11.
[ii] http://overcominglust.com/verses muestra una lista de algunos versículos en los cuales he meditado.