Pecados de Soberbia
Guarda también a tu siervo de pecados de soberbia;
que no se enseñoreen de mí. (Salmos 19:13)
¿Qué quizo decir David con “pecados de soberbia”? Considera:
- La idea central de un pecado de soberbia es que el que peca de esta manera está actuando de manera arrogante y voluntaria. Está pecando con los ojos bien abiertos. En cualquier otro lugar que se use esta palabra hebrea, es como un sustantivo, generalmente traducido como “el orgulloso”. Si bien se usa como un adjetivo solo aquí, el significado sigue sin lugar a dudas.
- Nota el peligro al que señala David. Entrar en un pecado de soberbia nos expone a ser dominados por él.
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Lo opuesto al pecado de soberbia es el pecado cometido en ignorancia. Aquellos que crucificaron a Cristo, el pecado más monstruoso de todos los tiempos, pecaron en ignorancia, no por soberbia. Sabemos esto debido a las palabras de Jesucristo cuando clamó, “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).
La Lujuria con frecuencia se muestra a sí misma como un pecado de soberbia.
La promiscuidad, las relaciones extramaritales y la pornografía obviamente no son cosas buenas. Sin embargo, el conocimiento de esta realidad no detiene a que las personas tomen esos caminos. Ellos continúan adelante sin importar las consecuencias. La lujuria causa que se comporten de forma egoista, arrogante y dañina. Piensa en todas las profesiones, reputaciones, familias y organizaciones que han fracasado como resultado de un comportamiento sexual escandaloso motivado por la lujuria.
La razón de tal comportamiento desenfrenado es que han sido dominados por el pecado. De hecho, esta es una explicación popular: “No tienen otra opción, son adictos al sexo”.
La lujuria oculta también puede ser pecado de soberbia.
No te dejes engañar. La lujuria cometida discretamente también puede ser pecado de soberbia. Estamos sin excusa cuando comprendemos apropiadamente la lujuria—sabiendo que lo que está ocurriendo en lo más profundo de nuestro ser es la placentera e ilícita gratificación sexual deliberadamente permitida.
Armados con este conocimiento, nuestro enfoque es alejarnos de la lujuria en nuestros corazones al momento en que los deseos y los pensamientos nos tientan por primera vez, mucho antes de que comience el comportamiento visible. Si tu como creyente sabes lo que debes hacer para vencer la lujuria, y haces lo contrario, estás actuando en desobediencia voluntaria. Este es un pecado de soberbia y arrogante y tiene un precio.
Como David entendió plenamente, al entrar arrogantemente y egoístamente en el pecado, estás permitiendo que el pecado tome dominio sobre ti. Te conviertes en un “adicto” a un pecado que domina la vida, un esclavo sin salida. Jesús definió el problema claramente cuando explicó: “Todo el que peca es esclavo del pecado” (Juan 8:34). Sus palabras aplican no solo a los no creyentes.
Los Cristianos que continúan en pecado sin confesar y arrepentirse adecuadamente se exponen a una vida donde viven esclavizados al pecado. Gracias a Dios, tenemos una gran promesa a la que podemos acudir. Jesús vino a liberar a los cautivos de los pecados de soberbia que dominan la vida. Él perdona nuestros pecados, nos permite vencer la lujuria y vivir de una manera que le agrada.